Habrá notado el avezado lector que del post número 12 he saltado directamente al número 14 (saltándome el mes de Noviembre all together). Y no es la superstición lo que me ha hecho evitar el número 13, sino más bien un considerado respeto a la cultura que me ha acogido en sus senos.
Es costumbre bien extendida en este país, y especialmente en ciudades con abundantes rascacielos y otras construcciones de magnitud, como Nieuw Amsterdam, saltarse las plantas numero 13. Según estimaciones de la multinacional de ascensores OTIS, el 85% de los ascensores que producen carecen del botón número 13, y en ciudades como NY ese porcentaje es aún mayor.
Sigueindo la línea de respeto cultural, debo hacer referencia aquí a las teorías conspiratorias, tan imbricadas en la historia y pensar de este país. Hay quien dice que no es que la planta 13 sea rebautizada 14 sin más, sino que la numero 13 existe más allá del acceso ascensoril. Y es en esa inaccesible planta 13, especialmente en los grises edificios gubernamentales, donde se esconden los secretos de este país, como el marciano de Roswell, los estudios donde se filmó la falsa alunización del Apollo y los archivos con los planes del gobierno para asesinar a JFK y atentar contra las Torres Gemelas (que por cierto carecían de planta 13).
En otro tinte, yo sigo viviendo en mi casa de 2 plantas con sótano, trabajando en mi hospital de 7 bloques (ninguno con más de 12 plantas) y de guardia cada 4 noches. Ya no sé ni cuantos meses llevo con la misma rutina de trabajar a este nivel, pero me dicen que desde que empezamos la residencia en Julio hemos trabajado aproximadamente 1500 horas (que es más o menos lo que trabaja un maestro de primaria en un año entero... y a mí todavía me faltan 7 meses para terminar mi primer año). He decidido que de ahora en adelante voy a sustituir la completamente inapropiada frase de "trabajar como un negro" por la de "trabajar como un residente". Lo triste, me dice mi tía Begoña, es que nosotros lo hacemos voluntariamente.
Con la filosofía del workaholic americano, también me he propuesto seguir acuñando mi día a día con la frase "Work Hard, Play Harder", es decir, trabaja con energía pero juega con aún más energía. Y así sigo buscando maneras de entretenerme fuera del hospital. En Noviembre nos dió por las obras de teatro, tanto producción Broadway como teatro local. Pero últimamente mi plan favorito con este frío es ir a esquiar, o mejor dicho, a snowbordear. Los cincinatienses tenemos la suerte de tener una pequeña estación de esquí llamada Perfect North a apenas 40 minutos de la ciudad. Perfect North tiene poco de perfección y poco de norteño (a parte de la nieve), pero es un sitio bien divertido para calzarte la tabla y pasarte un día de risas, giros y caídas. Y el 'lift ticket' es una ganga.
En diciembre he estado trabajando en el servicio de Adolescentes, que es un servicio bien interesante, según se mire. Como pediatra mi intención en la vida es, por supuesto, trabajar con niños y bebés y ciertamente un muchacho de 18 años que viene de ingerir media farmacia por recreación o intenciones autolesivas no es exactamente lo que uno se imagina como paciente medio. El caso es que entre la rutina habitual de infecciones de transmisión sexual, sobreingestiones de estupefacientes y trastornos de conversión, hemos empezado a ver con mayor frecuencia en el servicio a los temidos trastornos de la alimentacion, es decir anoréxicas y bulímicas. Esto debe de ser, pienso yo, la respuesta lógica a una cultura en la que Thanksgiving (a finales de noviembre) y la Navidad (a la vuelta de la esquina) son en este país una celebración a la ingestión alimenticia en masa.
Yo por mi parte procuro mantenerme fiel a mi cultura alimenticia particular y trato de probar un restaurante nuevo cada semana. Me pregunto que pensarían mis pacientes anoréxicas si supieran que buena parte de mi tiempo recreativo se conforma de buscar, planear y degustar nuevos restaurantes. En fin, hoy toca Italiano, creo.
domingo, 14 de diciembre de 2008
lunes, 27 de octubre de 2008
12. Otoño, Obama y Horacio
La cosas se van asentando poco a poco. Mi cuerpo se ha ido acostumbrando a la rutina de guardia cada cuatro días y duchita fría todas las mañanas a las 5... y bueno, voy tirando. Este mes mis pacientes son los pobres diablos ingresados en el Servicio de Neurología y Neurocirugía en la septima planta del hospital. Algunos locos, algunos desastres sociales, muchos epilépticos...
Los días se acortan y los árboles se tornan rojos y anaranjados. Las hojas aún aguntan las ráfagas de viento matutino, pero el frío ya se hace notar. Los planes fuera del hospital cada vez se centran más en lugares cerrados y con calefacción (museos, restaurantes, canchas de squash) y menos en lugares abiertos. Hoy he encendido la calefacción de mi casa por primera vez. En un mes abrirán las estaciones de esquí y supongo voleremos a hacer un poco más de vida al aire libre los fines de semana. Espero.
Durante los próximos dos meses estaré ocupado en los servicios de Pediatría General, los más activos del hospital. Con la época de las bronquiolitis y el asma a la vuelta de la esquina, me esperan dos meses de guardias eternas y nebulizaciones interminables. Y después vacaciones a mi (cálida) tierra, ¡a diós gracias!
Aquí la crisis se vive un poco de pasada. Los hospitales están igual de ocupados y mis pacientes de la clínica ya eran bien pobres antes de que Bush saliera presidente, así que poco cambio se percibe. La elecciones tampoco están en mi lista de prioridades estos días. Obama siempre fue mi favorito, antes de que Hillary se fuera o McCain fuera elegido para representar a los republicanos, pero lo cierto es que hoy en día es mi Madre (al otro lado del Atlántico) la que me mantiene informado.
Los días se acortan y los árboles se tornan rojos y anaranjados. Las hojas aún aguntan las ráfagas de viento matutino, pero el frío ya se hace notar. Los planes fuera del hospital cada vez se centran más en lugares cerrados y con calefacción (museos, restaurantes, canchas de squash) y menos en lugares abiertos. Hoy he encendido la calefacción de mi casa por primera vez. En un mes abrirán las estaciones de esquí y supongo voleremos a hacer un poco más de vida al aire libre los fines de semana. Espero.
Durante los próximos dos meses estaré ocupado en los servicios de Pediatría General, los más activos del hospital. Con la época de las bronquiolitis y el asma a la vuelta de la esquina, me esperan dos meses de guardias eternas y nebulizaciones interminables. Y después vacaciones a mi (cálida) tierra, ¡a diós gracias!
Aquí la crisis se vive un poco de pasada. Los hospitales están igual de ocupados y mis pacientes de la clínica ya eran bien pobres antes de que Bush saliera presidente, así que poco cambio se percibe. La elecciones tampoco están en mi lista de prioridades estos días. Obama siempre fue mi favorito, antes de que Hillary se fuera o McCain fuera elegido para representar a los republicanos, pero lo cierto es que hoy en día es mi Madre (al otro lado del Atlántico) la que me mantiene informado.
Mi cumpleaños llegó y pasó casi sin avisar. Con mi edad Galeno era médico jefe en el ludus de gladiadores de Pérgamo y Horacio Nelson ya era un veterano comandante de guerra. (...)
Hoy ha sido un día tranquilo. Mis pacientes han tenido un buen día, las hojas siguen pegadas a los árboles. Esta noche vamos a probar un nuevo restaurante. Shangai Mama. Suena bien... espero que tengan calefacción.
miércoles, 3 de septiembre de 2008
11. Mucho ruido, muchas nueces... ¡Y poco tiempo para aburrirme!
Apenas estoy comenzando mi tercer mes como residente de Pediatría, pero ya parece que llevo una vida haciendo esto. He pasado de hacer muy poco a hacer un poco demasiado en apenas unas semanas... pero hasta ahora la máquina está aguantado e incluso agradeciendo el estímulo.
A parte de rotar por los distintos servicios, hacer un par de guardias por semana e intentar aprender algo por el camino, hasta hoy me he metido en el consejo de residentes, en el comité de educación de posgrado, en el equipo de fútbol indoor y he empezado un proyecto de investigación clínica en el departamento de urgencias. ¡Ah! Y al menos una vez por semana voy a nadar a la piscina, juego al squash y organizo un partido de voley playa con mis compañeros de curso. Bueno, más que voley playa es voley sobre arena junta al río, pero bueno... Y todo esto lo debo hacer mientras promedio unas 70 horas de curro a la semana (!). A veces me siento como el muchacho de la canción de Café Tacuba, queriendo vivir 24 horas al día...
Ciertamente, lo único que echo en falta es tiempo para aburrirme. Y supongo que eso es bueno.
Have a great day.
A parte de rotar por los distintos servicios, hacer un par de guardias por semana e intentar aprender algo por el camino, hasta hoy me he metido en el consejo de residentes, en el comité de educación de posgrado, en el equipo de fútbol indoor y he empezado un proyecto de investigación clínica en el departamento de urgencias. ¡Ah! Y al menos una vez por semana voy a nadar a la piscina, juego al squash y organizo un partido de voley playa con mis compañeros de curso. Bueno, más que voley playa es voley sobre arena junta al río, pero bueno... Y todo esto lo debo hacer mientras promedio unas 70 horas de curro a la semana (!). A veces me siento como el muchacho de la canción de Café Tacuba, queriendo vivir 24 horas al día...
Ciertamente, lo único que echo en falta es tiempo para aburrirme. Y supongo que eso es bueno.
Have a great day.
jueves, 3 de julio de 2008
10. Sobre bebés, estrés y curvas de aprendizaje
Hace ya dos semanas que trabajo en el servicio de neonatos y cuidados intermedios como residente de primer año del Cincinnati Children's, aunque parece que llevo meses aquí. Mañana, día de la Independencia, es mi tercera guardia y, a decir verdad y a pesar de ser festivo, la espero con ganas.
Los primeros días de la rotación y de la residencia, como en cualquier otro trabajo, fueron francamente estresantes. Después de pasar las dos semanas de orientación del programa comiendo, asistiendo actividades lúdicas y aprendiendo alguna que otra cosa sobre el hospital, el primer día en el servicio se me hizo un tanto cuesta arriba. Y de repente me sorprendí preguntándome: ¿Qué hago aquí? ¿Es éste mi sitio?
Supongo que el estrés tiene su origen, al menos en mi caso, en la incapacidad para tener todo bajo control. Cuando te desorganizas, cuando se te acumulan tareas, cuando te exigen acciones y te encuentras en mitad de algo completamente distinto... Te estresas. Y ese, precisamente, es el día a día de un residente de pediatría.
Tal vez no sea justo clasificar mi trabajo como estresante. Hago lo que me gusta y debería estar agradecido (que lo estoy), y dentro de determinados parámetros, siempre es posible organizarse, encontrar un sistema, controlar las tareas y aún así mantener cierta flexibilidad. En la víspera de mi tercera guardia puedo afirmar con cierta seguridad que he dado con mi sistema y las cosas parecen rodar cada vez con mayor facilidad. El orden es sencillo: los pacientes primero, el resto puede esperar. Y el sistema es... bueno, en realidad es complicado de explicar, pero tiene mucho que ver con la perseverancia y el buen juicio.
En mi servicio actual, hablar de "pacientes" se me hace un tanto abstracto. Se trata no más que de bebés, un par de kilos de órganos, piel y vida, ahí, mirándote, esperando. Y he visto de todo en estas dos semanas: bebés con síndrome de abstinencia de la metadona que sus mamás le pasaron por el cordón, bebés amarillos de bilirrubina, bebés hipertiroideos, sépticos, hijos de adolescentes y de niñas, auténticos desastres sociales... Y aún así, son capaces de sacarnos una sonrisa a todos, cada día. Son bebés después de todo y se merecen lo mejor de nosotros.
En el Cincinnati Children's se repiten tres premisas a diario y casi en cualquier contexto: "teamwork, communication and care". El trabajo en equipo y la comunicación son conceptos que, aunque son fáciles de comprender, son extremadamente difíciles de aplicar, y aún así, en ellos radica la clave del éxito de cualquier empresa. Y es ahora cuando lo entiendo mejor que nunca. El mismo razonamiento fue el que se usó en los años noventa antes del boom de la informática, cuando los ingenieros dejaron de intentar construir ordenadores más y más grandes y entendieron que era más fácil, eficiente y exponencialmente más productivo unir un ordenador con otro. Y a otro y a otro. Y hoy lo llamamos Internet y es imparable. Los médicos omnipotentes y autosuficientes de antaño son hoy, al igual que los superordenadores, una quimera del pasado. Cuatro ojos ven mejor que dos y dos cabezas dan para mucho más que una. Imaginen todo un equipo de expertos... Imaginen un hospital entero en total sintonía. ¿Una utopía? No, un objetivo.
El concpto de "care" es más difícil de traducir, por no decir de explicar. "To care"; cuidar, preocuparse, desear y buscar lo mejor para el otro. También es un concepto manido y especialmente en esta profesión. "¿Porqué estudiaste medicina?" "Oh, porque siempre he querido cuidar a las personas, bla, bla, bla, bla...". Pues les digo una cosa, hace ya casi ocho años que entré en la facultad de Medicina con esa misma idea en la cabeza, y AHORA estoy empezando a entender lo que significa. Más allá de las medicinas y las analíticas, más allá de las historias clínicas y las exploraciones físicas, hay unos seres humanos, niños y bebés que necesitan que les cuiden... Como sea, cuando sea y custe lo que cueste. Y cuando haces bien tu trabajo, cuando sabes que ese bebé ha estado, está y (en la medida de lo previsible) estará bien cuidado, es... En fin, es un subidón.
Y de aprendizaje, ¿qué puedo decir? Tengo la sensación de que si quiero mantener el ritmo de subida de mi curva de aprendizaje voy a tener que calzarme los crampones y aferrarme a un buen piolet. ¡La cosa no para!
Es difícil de exlicar lo que es el Cincinnati Children's en esencia. Es un gran sitio, dicen, el mejor. Es un lugar de aprendizaje, una matriz para madurar, para curtir. La verdadera verdad: tengo un grupo de compañeros inmejorable y creo que algo grande nos espera en este hospital.
¿Es éste, pues, mi sitio? La respuesta no podría ser más sencilla.
Los primeros días de la rotación y de la residencia, como en cualquier otro trabajo, fueron francamente estresantes. Después de pasar las dos semanas de orientación del programa comiendo, asistiendo actividades lúdicas y aprendiendo alguna que otra cosa sobre el hospital, el primer día en el servicio se me hizo un tanto cuesta arriba. Y de repente me sorprendí preguntándome: ¿Qué hago aquí? ¿Es éste mi sitio?
Supongo que el estrés tiene su origen, al menos en mi caso, en la incapacidad para tener todo bajo control. Cuando te desorganizas, cuando se te acumulan tareas, cuando te exigen acciones y te encuentras en mitad de algo completamente distinto... Te estresas. Y ese, precisamente, es el día a día de un residente de pediatría.
Tal vez no sea justo clasificar mi trabajo como estresante. Hago lo que me gusta y debería estar agradecido (que lo estoy), y dentro de determinados parámetros, siempre es posible organizarse, encontrar un sistema, controlar las tareas y aún así mantener cierta flexibilidad. En la víspera de mi tercera guardia puedo afirmar con cierta seguridad que he dado con mi sistema y las cosas parecen rodar cada vez con mayor facilidad. El orden es sencillo: los pacientes primero, el resto puede esperar. Y el sistema es... bueno, en realidad es complicado de explicar, pero tiene mucho que ver con la perseverancia y el buen juicio.
En mi servicio actual, hablar de "pacientes" se me hace un tanto abstracto. Se trata no más que de bebés, un par de kilos de órganos, piel y vida, ahí, mirándote, esperando. Y he visto de todo en estas dos semanas: bebés con síndrome de abstinencia de la metadona que sus mamás le pasaron por el cordón, bebés amarillos de bilirrubina, bebés hipertiroideos, sépticos, hijos de adolescentes y de niñas, auténticos desastres sociales... Y aún así, son capaces de sacarnos una sonrisa a todos, cada día. Son bebés después de todo y se merecen lo mejor de nosotros.
En el Cincinnati Children's se repiten tres premisas a diario y casi en cualquier contexto: "teamwork, communication and care". El trabajo en equipo y la comunicación son conceptos que, aunque son fáciles de comprender, son extremadamente difíciles de aplicar, y aún así, en ellos radica la clave del éxito de cualquier empresa. Y es ahora cuando lo entiendo mejor que nunca. El mismo razonamiento fue el que se usó en los años noventa antes del boom de la informática, cuando los ingenieros dejaron de intentar construir ordenadores más y más grandes y entendieron que era más fácil, eficiente y exponencialmente más productivo unir un ordenador con otro. Y a otro y a otro. Y hoy lo llamamos Internet y es imparable. Los médicos omnipotentes y autosuficientes de antaño son hoy, al igual que los superordenadores, una quimera del pasado. Cuatro ojos ven mejor que dos y dos cabezas dan para mucho más que una. Imaginen todo un equipo de expertos... Imaginen un hospital entero en total sintonía. ¿Una utopía? No, un objetivo.
El concpto de "care" es más difícil de traducir, por no decir de explicar. "To care"; cuidar, preocuparse, desear y buscar lo mejor para el otro. También es un concepto manido y especialmente en esta profesión. "¿Porqué estudiaste medicina?" "Oh, porque siempre he querido cuidar a las personas, bla, bla, bla, bla...". Pues les digo una cosa, hace ya casi ocho años que entré en la facultad de Medicina con esa misma idea en la cabeza, y AHORA estoy empezando a entender lo que significa. Más allá de las medicinas y las analíticas, más allá de las historias clínicas y las exploraciones físicas, hay unos seres humanos, niños y bebés que necesitan que les cuiden... Como sea, cuando sea y custe lo que cueste. Y cuando haces bien tu trabajo, cuando sabes que ese bebé ha estado, está y (en la medida de lo previsible) estará bien cuidado, es... En fin, es un subidón.
Y de aprendizaje, ¿qué puedo decir? Tengo la sensación de que si quiero mantener el ritmo de subida de mi curva de aprendizaje voy a tener que calzarme los crampones y aferrarme a un buen piolet. ¡La cosa no para!
Es difícil de exlicar lo que es el Cincinnati Children's en esencia. Es un gran sitio, dicen, el mejor. Es un lugar de aprendizaje, una matriz para madurar, para curtir. La verdadera verdad: tengo un grupo de compañeros inmejorable y creo que algo grande nos espera en este hospital.
¿Es éste, pues, mi sitio? La respuesta no podría ser más sencilla.
miércoles, 11 de junio de 2008
9. Juan Ponce de León y Mr. Coffee
Se dice que Ponce de León fue el primer europeo (y español) en pisar tierra estadounidense, aunque eso fue mucho antes de que se crearan los estados americanos y, por supuesto, mucha antes de que se unieran. Corría el año 1513 y se dice que lo que el descubridor andaba buscando era la Fuente de la Vida, pero en su lugar se topó con la peninínsula que más tarde bautizaría "La Florida".
Hasta hoy, en estos 495 años, millones de europeos -incluyendo cientos de miles de españoles- han arribado a esta tierra, tal vez no en busca de la Fuente de la Vida en sí misma, pero sí de algo parecido. Y hoy, me sumo a ellos.
Según mi visado americano soy un "Legal Alien Physician" en este país, lo cual se puede interprear de muchas maneras (muchas de ellas no muy agradables). Pero en fin, así son las cosas. Lo que este Legal Alien Physician (o LAP, a secas) ha estado haciendo desde que llegó hace 5 días daría para llenar un par de blogs, o esa es la sensación que a mí me da, pero voy a intentar resumirlo aquí.
Tras abandonar con honda pena mi piso de Las Palmas y mi vida compartida con Ana, me embarqué hacia Tenerife donde apenas tuve tiempo de despedirme de mi gente. De ahí puse rumbo a Madrid donde pasé mi última noche española en casa de mi buen amigo Sergio, tras un homenaje de tapeo con calamares, bravas y cañita madrileña.
Al día siguiente volé hacia Cincinnati con escala en Filadelfia. Tras superar los doscientosmil controles estándar en las fronteras americanas me convertí en vuestro amigo LAP, que os quiere. Del aeropuerto salí conduciendo un estupendo todoterreno de alquiler que me cuesta un riñon al día y un metro de intestino cada vez que paso por la gasolinera, pero es lo que había. Me chequeé en el hotel esa noche y al día siguiente empecé a buscar casa. 24 horas más tarde ya había visitado 5 casas y había quedado para ver otras 5 al día siguiente. 48 horas más tarde había encontrado la casa que quería, al precio que quería y en el sitio que quería (cerca del hospital, en un barrio con caracter y al lado de un bosque). Y todavía era domingo.
El lunes me abrí una cuenta de banco, solicité mi numero de la Seguridad Social americano, firmé el contrato de mi nueva casa, estuve viendo algunos coches de segunda mano y por último fui a IKEA donde me compré una cama, un colchón, sábanas, una almohada, una mesa, una silla, un juego de cubiertos, un juego de platos y dos tazas. Lo básico, vamos.
Ayer me dediqué a montar mi nuevo (y escaso) mobiliario, a hacer la compra en el supermercado y a caminar de un lado al otro de la casa tratando de hacerme a la idea de que es aquí donde voy a vivir durante los próximos 3 años de mi vida. Ah! Y me compré una cafetera que se llama Mr. Coffee, como mi antiguo profesor del British Yeoward.
Y aquí me tienen hoy, con mi recién estrenada red inalámbrica, en mi nueva casa, actualizando (por fin) mi blog.
martes, 20 de mayo de 2008
8. Papeleus Maximus
Al parecer esto de actualizar mi blog se ha convertido en una cita mensual... Lo cierto es que para no haberme ido todavía esta relativa regularidad no está tan mal.
La novedad hasta hoy es que tras luchar durante meses contra el incansable papeleo de este Mundo (and beyond) y cuando ya pensaba que mi traslado a EEUU estaba puesto en piloto automático, resulta que hay un nuevo requisito que debo suplir antes de mi viaje: le entrevista en la Embajada de EEUU. Al parecer el buen cónsul se queiere interesar por mis actividades y planes antes de concederme el visado, lo cual me parece galáctico. El único problema que veo es el tonito del papeleo que tengo que rellenar previo a mi viaje a Madrid, y es que entre preguntas del tipo "¿tiene used intención de atentar contra el Presidente de los EEUU?" (Pues no, ¿y él contra mi?), te encuentras delicias del tipo: Escriba a continuación el nombre de su etnia, clan o tribu (si procede): _____. Estuve tentado a escribir "Los Sanchez-Pintitos", pero no, creo que no procede.
El caso es que la entrevista, al igual que los papeles americanos que tengo que presentar en la misma han llegado, como no, in extremis, con lo cual otra vez me veo en la tesitura de contar los días y las horas y de realizar cuarenta mil malabares para que me cuadren las fechas y poder irme a tiempo... En fin, es lo que toca.
La novedad hasta hoy es que tras luchar durante meses contra el incansable papeleo de este Mundo (and beyond) y cuando ya pensaba que mi traslado a EEUU estaba puesto en piloto automático, resulta que hay un nuevo requisito que debo suplir antes de mi viaje: le entrevista en la Embajada de EEUU. Al parecer el buen cónsul se queiere interesar por mis actividades y planes antes de concederme el visado, lo cual me parece galáctico. El único problema que veo es el tonito del papeleo que tengo que rellenar previo a mi viaje a Madrid, y es que entre preguntas del tipo "¿tiene used intención de atentar contra el Presidente de los EEUU?" (Pues no, ¿y él contra mi?), te encuentras delicias del tipo: Escriba a continuación el nombre de su etnia, clan o tribu (si procede): _____. Estuve tentado a escribir "Los Sanchez-Pintitos", pero no, creo que no procede.
El caso es que la entrevista, al igual que los papeles americanos que tengo que presentar en la misma han llegado, como no, in extremis, con lo cual otra vez me veo en la tesitura de contar los días y las horas y de realizar cuarenta mil malabares para que me cuadren las fechas y poder irme a tiempo... En fin, es lo que toca.
miércoles, 30 de abril de 2008
7. En abril, calores mil
Pues tampoco tengo nada nuevo bajo el sol que contar, y eso que solito hay para rato, pero como hace ya un mes y propinilla que no escribo naita...
Por lo pronto tengo previsto viajar a Cincinnati (para buscarme un pisito, un cochito y otras amenidades antes de empezar mi sin-vivir) el 6 de junio, aunque por ahora estoy en el proceso de arreglar el visado y no sé si llegará a tiempo para irme en esa fecha o tendré que retrasarlo unos días.
Abril está siendo un mes abrasadoramente agotador, o esa es la sensación que me da a mí. Aquí en Las Palmas de aguita nada de ná y en Moya (el pueblo donde la tensión arterial no se mide sino se pesa, y donde estoy trabajando de urgenciólogo rural desde hace un par de meses) ha hecho un tiempo de mi**da. Primero "la nube" (resultado: resfriado), luego "la tierra" (asma), luego "el polvillo" (más asma, alergias y encima tos) y ahora el calor (gastroenteritis, ansiedad y, en general, fatigüita -que puede significar cualquier cosa, desde mareo, náusesas, vómitos, cansancio y dolor de cabeza hasta simple y puro aburrimiento-).
-¿Qué es lo que tiene, señora?
-Aaaaaaay, una fatigüiiiiiiita, miniño.
-Se puede usted explicar, señora.
-Aaay, no sé miniño, una fatigüita, tú sabes, como una tontura. ¿No me vas a pesar la tensión?
Adoro mi trabajo.
Por lo pronto tengo previsto viajar a Cincinnati (para buscarme un pisito, un cochito y otras amenidades antes de empezar mi sin-vivir) el 6 de junio, aunque por ahora estoy en el proceso de arreglar el visado y no sé si llegará a tiempo para irme en esa fecha o tendré que retrasarlo unos días.
Abril está siendo un mes abrasadoramente agotador, o esa es la sensación que me da a mí. Aquí en Las Palmas de aguita nada de ná y en Moya (el pueblo donde la tensión arterial no se mide sino se pesa, y donde estoy trabajando de urgenciólogo rural desde hace un par de meses) ha hecho un tiempo de mi**da. Primero "la nube" (resultado: resfriado), luego "la tierra" (asma), luego "el polvillo" (más asma, alergias y encima tos) y ahora el calor (gastroenteritis, ansiedad y, en general, fatigüita -que puede significar cualquier cosa, desde mareo, náusesas, vómitos, cansancio y dolor de cabeza hasta simple y puro aburrimiento-).
-¿Qué es lo que tiene, señora?
-Aaaaaaay, una fatigüiiiiiiita, miniño.
-Se puede usted explicar, señora.
-Aaay, no sé miniño, una fatigüita, tú sabes, como una tontura. ¿No me vas a pesar la tensión?
Adoro mi trabajo.
domingo, 23 de marzo de 2008
6. Cincinnati, here I come!
Finalmente ya ha sido el Match, and the winner is... CINCINNATI CHILDREN'S !! Sí, señores, mi primera opción (ver post número 5). Y estoy contentísimo al respecto, como se pueden imaginar.
A parte de eso, quiero aprovechar esta oportunidad para decirles que Ana y yo hemos pasado una maravillosa semana en Estambul y que les recomiendo encarecidamente que visiten esa hermosísima ciudad... ¡antes de que se mueran! (que espero que sea dentro de muchísimo tiempo, claro).
Un abrazote a todos, y no se me preocupen que ya les iré actualizando a medida que ocurran cosas.
A parte de eso, quiero aprovechar esta oportunidad para decirles que Ana y yo hemos pasado una maravillosa semana en Estambul y que les recomiendo encarecidamente que visiten esa hermosísima ciudad... ¡antes de que se mueran! (que espero que sea dentro de muchísimo tiempo, claro).
Un abrazote a todos, y no se me preocupen que ya les iré actualizando a medida que ocurran cosas.
jueves, 7 de febrero de 2008
5. Lucius Quinctius Cincinnatus
Lucio Quincio Cincinato fue un senador romano allá por el 460 BC (o aC, o adC, según se prefiera), cuando la (a posteriori) gloriosa Roma no era aún más que una de las muchas ciudades-estado que se repartían el territorio de lo que hoy conocemos como Italia. En aquella época aún prevalecían los valores democráticos de la República Romana, el afamado SPQR (Senatus Populasque Romanus - Senado y Pueblo Romano), que más tarde prácticamente se extinguirían con la llegada de los césares y el Imperio. En la República la ciudad era regida por dos cónsules en periodos de un año y las decisiones se tomaban en el Senado, democráticamente. Podía considerarse un sistema razonablemente justo, siempre y cuando se ignorara el hecho de que la clase regente la formaban los patricios, o nobles romanos, que eran los únicos con acceso a los puestos de poder. Al otro lado del espectro en este sitema político se encontraban los plebeyos, que eran gentes de la tierra, ganaderos y artesanos. La consecuencia directa de esta situación era que por lo general las decisiones senatoriales eran tomadas en favor de los patricios y en detrimento de las clases inferiores.
Estamos, pues, en el siglo V antes de Cristo, como escribiría nuestro querido Goscinny. Todo el Senado está ocupado por corruptos senadores... ¿Todo? ¡Nooo! Un senador poblado por irreductibles principios resistía entonces y siempre al elitismo patricio. ¿Pero quién era ese señor? Pues sí, querido amigo, se trataba del singular Cincinato. A pesar de su condición de patricio, Cincinato era un hombre de la tierra, un agricultor consagrado que repartía su tiempo entre sus cosechas y el ejercicio político. En su condición de senador siempre fue un luchador a favor de los derechos de los plebeyos y éstos siempre le tuvieron en grandísima estima. Pero como no podía ser de otro modo, Cincinato se cansó de luchar contra viento y marea en el Senado y a pesar de haber cosechado significantes éxitos a favor del pueblo llano, un buen día se quitó la toga y volvió a sus tierras para dedicarse a la agricultura a tiempo completo.
Y ¿pasó Cincinato a los anales de la historia sólo por eso? Se preguntarán. Pues no, querido lector, el destino guardaba otras grandes azañas para nuestro héroe.
Años después de que Cincinato se hubiera retirado a sus tierras, Roma entró en guerra contra sus vecinos los ecuos. En su característica prepotencia, el Senado envió a su ejército casi al completo a la captura de los territorios enemigos, pero la astucia de los ecuos logró que la situación se tornara y éstos terminaron asediando a los pobres legionarios romanos. El Senado y los cónsules regentes en aquellos momentos se vieron indefensos de la noche a la mañana, sin un ejército que defendiera la ciudad y los ecuos afilando cuchillos. La situación era crítica y las decisiones debían ser tomadas de forma expedita, pero ¿podía hacerse de forma rápida y eficaz con el complicado sistema ejecutivo senatorial de la ciudad? Lamentablemente, la respuesta era no. ¿Estaba todo perdido, pues? No, tampoco. La infinita sabiduría del pueblo y el pensamiento común romanos habían dado con una solución para esa clase de situaciones: el nombramiento de un dictador. El cargo dictatorial podía ser otorgado por el Senado a una persona que de forma temporal ostentaría todos los poderes ejecutivos de la ciudad, pudiendo así solucionar una crisis sin tener que pasar por la lenta burocracia romana. Y ¿a quién eligieron como dictador para la crisis de los ecuos? Sí, amigo lector, a nuestro héroe: Lucio Quincio Cincinato. Y cuenta la leyenda que cuando los senadores se personaron en la finca de Cincinato para entregarle el poder absoluto de Roma, éste se encontraba humildemente arando sus tierras.
Y, bueno, ¿qué hizo Cincinato con ese poder absoluto? Pues lo que debía hacer. Regresó a la ciudad, reunió al pueblo y les pidió a los plebeyos, aquellos a los que él había apoyado tantas veces frente al Senado, que defendieran Roma. Los pebeyos, extasiados por las palabaras de su héroe, el patricio-plebeyo, tomaron sus rudimentarias armas y al grito de "¡guerra!" salieron de la ciudad para ayudar a su asediado ejército. Y ya sabemos que la unión hace la fuerza... La victoria de los plebeyos sobre los ecuos fue rotunda y sólo la intervención de un conciliador Cincinato evitó que sus hombres masacraran al enemigo. Una vez que los derrotados ecuos rindieron vasallaje al pueblo romano, Cincinato y su ejécito de plebeyos y legionaros regresaron a la ciudad triunfantes. Y ¿qué hizo Cincinato entonces? ¿Aprovechó su popularidad y su éxito para afianzarse como dictador vitalicio de la República? ¿Se dio a la buena vida del totaliarismo y se convirtió en uno de esos dictadores corruptos que engrosan las páginas de la Historia? No, amigo lector, Cincinato devolvio el poder de Roma al Senado exactamente dieciséis días después de haber sido nombrado dictador y volvió a sus tierras y su arado.
¿Y para qué les cuento toda esta historia? Se preguntarán. Pues es simplemente una introducción a la ciudad de Cincinnati, que toma su nombre de nuestro héroe, y a su hospital infantil: el Cincinnati Children's. Sobra decir (pues le estoy dedicando todo un post a un solo sitio) que tras visitar el programa del Cincinnati Children's me quedé anonadado.
Antes de ir para Cincinnati debo admitir que mis tres ideas preconcebidas del hospital y la ciudad eran:
1. Que era un hospital muy prestigioso a nivel mundial (allí se inventó la vacuna de la polio, se creo el surfatante que básicamente revolucionó las tasas de supervivencia de los prematuros hace unos años, se desarrolló la hemodialisis, etc...).
2. Que era un programa de formación enorme donde probablemente todos los residentes (de Harvard, Yale y pa'rriba) eran unos estirados.
3. Que Cincinnati era una ciudad aburrida y fría.
Resultó ser, como no, que estaba equivocado en casi todos mis prejuicios. Sí, el Cincinnati Children's es un hospital muy presitigioso, pero sus residentes no son unos estirados. Lo cierto es que hay muy buen ambiente y todo el mundo se conoce por el nombre de pila (incluso aunque hayas inventado el surfactante, hayas revolucionado tu especialidad o seas candidato para Nobel). Y la verdad es que el programa es la hostia.
A parte de la reputación, la belleza del hospital y las prestaciones de ultimísima generación con las que cuenta, el Cincinnati Children's tiene algo que creo que lo singulariza aún más que todo eso: su filosofía de trabajo. Y, en cierto modo, esa filosofía de trabajo lo asemeja a nuestro héroe Cincinato. Por lo general, y todos estaremos de acuerdo en esto, en la medicina se ha creado históricamente una división entre médicos y pacientes muy semejante a la que había entre patricios y plebeyos en la antigua Roma. El médico examina, decide y ejecuta tratamientos de una manera casi independiente, pasando el paciente a ser poco más que el objeto de trabajo diario de los patricios en batas blancas. Desde el punto de vista de un estudiante de medicina estas divisiones son muy evidentes en los hospitales de todo el mundo donde las jerarquías están marcadísimas. Esas mismas jerarquías en muchas ocasiones se prestan a provocar fallos de comunicaciones y malestar entre las diferentes grupos de personal que trabajan a diario en un planta, siendo el paciente el principal afectado por esta situación. Hace años, una comisión de la Fundación Robert Wood Johnson, encargada de estudiar el sistema sanitario americano y destacar los principales fallos del mismo, hizo incapie en esta situación. Tras el estudio, la fundación destinó un fondo especial a siete hospitales americanos, entre los que se encontaraba el Cincinnati Children's (el único exclusivamente infantil de los siete), para que estudiaran la situación desde dentro y propusieran una serie de medidas que ayudaran a mejorar la práctica clínica, la eficacia del sistema y la equidad del trato, con vistas a que se pudieran estandarizar en un futuro. Y a eso se ha dedicado el Cincinnati Children's en los últimos años logrando grandes y bellisimos resultados. Los pases de los médicos en planta, por ejemplo, se realizan siempre dentro de la habitación, y en ellos están presentes siempre los padres del paciente, el médico, el residente encargado, el residente que estará de guardia, el personal de enfermería y cualquier otro personal que intervenga en el tratamiento. Durante la presentación del caso se habla en lenguaje llano, sin jergas, de manera que todo el mundo se comprenda y se eviten los errores. De esta manera se mejora la práctica, se evitan los fallos, se reduce el gasto, los padres se implican en el tratamiento y, por lo general, los resultados mejoran a la larga. Y además el Cincinnati Children's es el único hospital infantil para una población de dos millones de personas, con lo que allí van todos los niños que necesitan ser ingresados, sean ricos o pobres, y todos tienen sus habitaciones individuales y son tratados por el mismo cuadro medico, formado por auténtcos líderes en sus especialidades. Lo que digo, un gran senador para el pueblo y un gran hospital para todos.
El Cincinnati Children's está desde hace años en todas las listas de mejores hospitales pediatricos, siempre entre los cinco primeros puestos. Y por lo general lo estudiants y residentes de pediatría de los foros de internet lo colocan en tercer lugar por detrás de los hospitales infantiles de Filadelfia y Boston, que también son la rehostia (pero que no me han invitado a sus entrevistas, así que ellos se lo pierden). De hecho este año, en el apartado de investigación en medicina infantil, el hospital de Cincinnati ha superado al de Boston colocándose en primer lugar a nivel mundial, y además acaban de estrenar una nueva torre de investigación... En fin, que es lo mejor a lo que puedo aspirar, y sobretodo, con vistas al futuro, después de formarme Cincinnati puedo dar el salto a donde yo quiera para una subespecialidad: Boston, Nueva York, Filadelfia, el Mundo... Si a esto añadimos que la gente en el hospital es muy sencilla, que no van de estrellas y que hay muy buen ambiente de trabajo, pues bueno... un chollo. ¡Ah! Y Cincinnati tampoco está tan mal como ciudad. Sí es verdad que hace frío, pero es una ciudad bonita, fundada por alemanes, con edificios antiguos, un buen ambiente cultural, una escena de música en vivo bastante reconocida...
En fin, lo cierto es que los programas en los que me he entrevistado son todos de una calidad excepcional y en cualquiera sería un feliz residente, pero bueno... ¡ya veremos en que se tercia todo esto!
Estamos, pues, en el siglo V antes de Cristo, como escribiría nuestro querido Goscinny. Todo el Senado está ocupado por corruptos senadores... ¿Todo? ¡Nooo! Un senador poblado por irreductibles principios resistía entonces y siempre al elitismo patricio. ¿Pero quién era ese señor? Pues sí, querido amigo, se trataba del singular Cincinato. A pesar de su condición de patricio, Cincinato era un hombre de la tierra, un agricultor consagrado que repartía su tiempo entre sus cosechas y el ejercicio político. En su condición de senador siempre fue un luchador a favor de los derechos de los plebeyos y éstos siempre le tuvieron en grandísima estima. Pero como no podía ser de otro modo, Cincinato se cansó de luchar contra viento y marea en el Senado y a pesar de haber cosechado significantes éxitos a favor del pueblo llano, un buen día se quitó la toga y volvió a sus tierras para dedicarse a la agricultura a tiempo completo.
Y ¿pasó Cincinato a los anales de la historia sólo por eso? Se preguntarán. Pues no, querido lector, el destino guardaba otras grandes azañas para nuestro héroe.
Años después de que Cincinato se hubiera retirado a sus tierras, Roma entró en guerra contra sus vecinos los ecuos. En su característica prepotencia, el Senado envió a su ejército casi al completo a la captura de los territorios enemigos, pero la astucia de los ecuos logró que la situación se tornara y éstos terminaron asediando a los pobres legionarios romanos. El Senado y los cónsules regentes en aquellos momentos se vieron indefensos de la noche a la mañana, sin un ejército que defendiera la ciudad y los ecuos afilando cuchillos. La situación era crítica y las decisiones debían ser tomadas de forma expedita, pero ¿podía hacerse de forma rápida y eficaz con el complicado sistema ejecutivo senatorial de la ciudad? Lamentablemente, la respuesta era no. ¿Estaba todo perdido, pues? No, tampoco. La infinita sabiduría del pueblo y el pensamiento común romanos habían dado con una solución para esa clase de situaciones: el nombramiento de un dictador. El cargo dictatorial podía ser otorgado por el Senado a una persona que de forma temporal ostentaría todos los poderes ejecutivos de la ciudad, pudiendo así solucionar una crisis sin tener que pasar por la lenta burocracia romana. Y ¿a quién eligieron como dictador para la crisis de los ecuos? Sí, amigo lector, a nuestro héroe: Lucio Quincio Cincinato. Y cuenta la leyenda que cuando los senadores se personaron en la finca de Cincinato para entregarle el poder absoluto de Roma, éste se encontraba humildemente arando sus tierras.
Y, bueno, ¿qué hizo Cincinato con ese poder absoluto? Pues lo que debía hacer. Regresó a la ciudad, reunió al pueblo y les pidió a los plebeyos, aquellos a los que él había apoyado tantas veces frente al Senado, que defendieran Roma. Los pebeyos, extasiados por las palabaras de su héroe, el patricio-plebeyo, tomaron sus rudimentarias armas y al grito de "¡guerra!" salieron de la ciudad para ayudar a su asediado ejército. Y ya sabemos que la unión hace la fuerza... La victoria de los plebeyos sobre los ecuos fue rotunda y sólo la intervención de un conciliador Cincinato evitó que sus hombres masacraran al enemigo. Una vez que los derrotados ecuos rindieron vasallaje al pueblo romano, Cincinato y su ejécito de plebeyos y legionaros regresaron a la ciudad triunfantes. Y ¿qué hizo Cincinato entonces? ¿Aprovechó su popularidad y su éxito para afianzarse como dictador vitalicio de la República? ¿Se dio a la buena vida del totaliarismo y se convirtió en uno de esos dictadores corruptos que engrosan las páginas de la Historia? No, amigo lector, Cincinato devolvio el poder de Roma al Senado exactamente dieciséis días después de haber sido nombrado dictador y volvió a sus tierras y su arado.
¿Y para qué les cuento toda esta historia? Se preguntarán. Pues es simplemente una introducción a la ciudad de Cincinnati, que toma su nombre de nuestro héroe, y a su hospital infantil: el Cincinnati Children's. Sobra decir (pues le estoy dedicando todo un post a un solo sitio) que tras visitar el programa del Cincinnati Children's me quedé anonadado.
Antes de ir para Cincinnati debo admitir que mis tres ideas preconcebidas del hospital y la ciudad eran:
1. Que era un hospital muy prestigioso a nivel mundial (allí se inventó la vacuna de la polio, se creo el surfatante que básicamente revolucionó las tasas de supervivencia de los prematuros hace unos años, se desarrolló la hemodialisis, etc...).
2. Que era un programa de formación enorme donde probablemente todos los residentes (de Harvard, Yale y pa'rriba) eran unos estirados.
3. Que Cincinnati era una ciudad aburrida y fría.
Resultó ser, como no, que estaba equivocado en casi todos mis prejuicios. Sí, el Cincinnati Children's es un hospital muy presitigioso, pero sus residentes no son unos estirados. Lo cierto es que hay muy buen ambiente y todo el mundo se conoce por el nombre de pila (incluso aunque hayas inventado el surfactante, hayas revolucionado tu especialidad o seas candidato para Nobel). Y la verdad es que el programa es la hostia.
A parte de la reputación, la belleza del hospital y las prestaciones de ultimísima generación con las que cuenta, el Cincinnati Children's tiene algo que creo que lo singulariza aún más que todo eso: su filosofía de trabajo. Y, en cierto modo, esa filosofía de trabajo lo asemeja a nuestro héroe Cincinato. Por lo general, y todos estaremos de acuerdo en esto, en la medicina se ha creado históricamente una división entre médicos y pacientes muy semejante a la que había entre patricios y plebeyos en la antigua Roma. El médico examina, decide y ejecuta tratamientos de una manera casi independiente, pasando el paciente a ser poco más que el objeto de trabajo diario de los patricios en batas blancas. Desde el punto de vista de un estudiante de medicina estas divisiones son muy evidentes en los hospitales de todo el mundo donde las jerarquías están marcadísimas. Esas mismas jerarquías en muchas ocasiones se prestan a provocar fallos de comunicaciones y malestar entre las diferentes grupos de personal que trabajan a diario en un planta, siendo el paciente el principal afectado por esta situación. Hace años, una comisión de la Fundación Robert Wood Johnson, encargada de estudiar el sistema sanitario americano y destacar los principales fallos del mismo, hizo incapie en esta situación. Tras el estudio, la fundación destinó un fondo especial a siete hospitales americanos, entre los que se encontaraba el Cincinnati Children's (el único exclusivamente infantil de los siete), para que estudiaran la situación desde dentro y propusieran una serie de medidas que ayudaran a mejorar la práctica clínica, la eficacia del sistema y la equidad del trato, con vistas a que se pudieran estandarizar en un futuro. Y a eso se ha dedicado el Cincinnati Children's en los últimos años logrando grandes y bellisimos resultados. Los pases de los médicos en planta, por ejemplo, se realizan siempre dentro de la habitación, y en ellos están presentes siempre los padres del paciente, el médico, el residente encargado, el residente que estará de guardia, el personal de enfermería y cualquier otro personal que intervenga en el tratamiento. Durante la presentación del caso se habla en lenguaje llano, sin jergas, de manera que todo el mundo se comprenda y se eviten los errores. De esta manera se mejora la práctica, se evitan los fallos, se reduce el gasto, los padres se implican en el tratamiento y, por lo general, los resultados mejoran a la larga. Y además el Cincinnati Children's es el único hospital infantil para una población de dos millones de personas, con lo que allí van todos los niños que necesitan ser ingresados, sean ricos o pobres, y todos tienen sus habitaciones individuales y son tratados por el mismo cuadro medico, formado por auténtcos líderes en sus especialidades. Lo que digo, un gran senador para el pueblo y un gran hospital para todos.
El Cincinnati Children's está desde hace años en todas las listas de mejores hospitales pediatricos, siempre entre los cinco primeros puestos. Y por lo general lo estudiants y residentes de pediatría de los foros de internet lo colocan en tercer lugar por detrás de los hospitales infantiles de Filadelfia y Boston, que también son la rehostia (pero que no me han invitado a sus entrevistas, así que ellos se lo pierden). De hecho este año, en el apartado de investigación en medicina infantil, el hospital de Cincinnati ha superado al de Boston colocándose en primer lugar a nivel mundial, y además acaban de estrenar una nueva torre de investigación... En fin, que es lo mejor a lo que puedo aspirar, y sobretodo, con vistas al futuro, después de formarme Cincinnati puedo dar el salto a donde yo quiera para una subespecialidad: Boston, Nueva York, Filadelfia, el Mundo... Si a esto añadimos que la gente en el hospital es muy sencilla, que no van de estrellas y que hay muy buen ambiente de trabajo, pues bueno... un chollo. ¡Ah! Y Cincinnati tampoco está tan mal como ciudad. Sí es verdad que hace frío, pero es una ciudad bonita, fundada por alemanes, con edificios antiguos, un buen ambiente cultural, una escena de música en vivo bastante reconocida...
En fin, lo cierto es que los programas en los que me he entrevistado son todos de una calidad excepcional y en cualquiera sería un feliz residente, pero bueno... ¡ya veremos en que se tercia todo esto!
jueves, 10 de enero de 2008
4. El entrevistado Kane
Lo promised is a debt, como dice el dicho, y aquí está la anunciada actualización de mi neonato y malogrado blog.
Mi localización actual es la habitación 402 de la cuarta planta del decimonónico edificio en el 850 West End Avenue, lo que, básicamente, me coloca en un cuchitril de 2 x 2 metros con retrete y lavabo en un curioso hotel-pensión en el Upper West Side de Nueva York.
El invierno está siendo generoso con la ciudad y la temperatura exterior ronda los 50 grados, y sí, cualquier cristiano en sus cabales, estoy seguro, pensará que 50 grados es un pasón de calor, pero no debe olvidar el lector que a este lado del charco, al igual que en yukei, las cosas no se dicen en cristiano international sino en sajón cerrado y, hence, los grados son Farenheit, los pesos son pounds (que para liarla más se abrevia lbs.) y las distancias son inches, yards y miles. Por suerte aquí se conduce por la derecha, o al menos eso intentan los taxistas.
Aterricé en esta preciosa ciudad el pasado domingo, y al día siguiente, aún jet-lagueado, con mi equipaje todavía a mitad de camino y con apenas un traje decente y una camisa semi-usada, me dispuse a pasar la primera entrevista en uno de los hospitales que ha tenido a bien invitarme. Desde entonces ya he pasado por tres entrevistas y aunque los nombres, las caras, los hospitales y en general las pasadas 72 horas permanecen un tanto borrosas en mi cabeza, lo cierto es que creo que he dejado una buena impresión allí por donde he pasado... O eso espero. Ahora sólo falta que a los directores de los programas de esos hospitales se les ocurra las estúpida idea de contratarme. Aunque, a decir verdad, esto no ha acabado todavía. El sábado viajo a Cincinnati, que -alledgedly- alberga uno de los hospitales infantiles más importantes del país. Aparentemente, ese hospital es para un joven médico lo que la Meca para un musulmán, y que conste que la metáfora me ha salido casi a la primera. El único problema, y no me maljuzguen (si es que such-a-thing existe), es que se encuentra en Cincinnati. Pero bueno, nunca se sabe, igual no está tan mal el sitio, y lo cierto es que por trabajar en el hospital infantil de Cincinnati estaría dispuesto a vivir donde fuera. En cualquier caso, después de mi visita al Midwest acudiré a mi última entrevista en la ciudad de las playas, los wild parties, los tangas y los descapotables... Yes baby: la infamous, chic y all-latino Miami. Ya les contaré...
En fin, hasta entonces seguiré por esta maravillosa ciudad de Nuevayol algunos días más, tratando de decidir si mañana voy a ver un estreno en Broadway, un stand-up comedy en Brooklyn, un concierto en el Village o un tiroteo en el Bronx. ¿Alguna sugerencia?
Mi localización actual es la habitación 402 de la cuarta planta del decimonónico edificio en el 850 West End Avenue, lo que, básicamente, me coloca en un cuchitril de 2 x 2 metros con retrete y lavabo en un curioso hotel-pensión en el Upper West Side de Nueva York.
El invierno está siendo generoso con la ciudad y la temperatura exterior ronda los 50 grados, y sí, cualquier cristiano en sus cabales, estoy seguro, pensará que 50 grados es un pasón de calor, pero no debe olvidar el lector que a este lado del charco, al igual que en yukei, las cosas no se dicen en cristiano international sino en sajón cerrado y, hence, los grados son Farenheit, los pesos son pounds (que para liarla más se abrevia lbs.) y las distancias son inches, yards y miles. Por suerte aquí se conduce por la derecha, o al menos eso intentan los taxistas.
Aterricé en esta preciosa ciudad el pasado domingo, y al día siguiente, aún jet-lagueado, con mi equipaje todavía a mitad de camino y con apenas un traje decente y una camisa semi-usada, me dispuse a pasar la primera entrevista en uno de los hospitales que ha tenido a bien invitarme. Desde entonces ya he pasado por tres entrevistas y aunque los nombres, las caras, los hospitales y en general las pasadas 72 horas permanecen un tanto borrosas en mi cabeza, lo cierto es que creo que he dejado una buena impresión allí por donde he pasado... O eso espero. Ahora sólo falta que a los directores de los programas de esos hospitales se les ocurra las estúpida idea de contratarme. Aunque, a decir verdad, esto no ha acabado todavía. El sábado viajo a Cincinnati, que -alledgedly- alberga uno de los hospitales infantiles más importantes del país. Aparentemente, ese hospital es para un joven médico lo que la Meca para un musulmán, y que conste que la metáfora me ha salido casi a la primera. El único problema, y no me maljuzguen (si es que such-a-thing existe), es que se encuentra en Cincinnati. Pero bueno, nunca se sabe, igual no está tan mal el sitio, y lo cierto es que por trabajar en el hospital infantil de Cincinnati estaría dispuesto a vivir donde fuera. En cualquier caso, después de mi visita al Midwest acudiré a mi última entrevista en la ciudad de las playas, los wild parties, los tangas y los descapotables... Yes baby: la infamous, chic y all-latino Miami. Ya les contaré...
En fin, hasta entonces seguiré por esta maravillosa ciudad de Nuevayol algunos días más, tratando de decidir si mañana voy a ver un estreno en Broadway, un stand-up comedy en Brooklyn, un concierto en el Village o un tiroteo en el Bronx. ¿Alguna sugerencia?
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