Hasta hoy, en estos 495 años, millones de europeos -incluyendo cientos de miles de españoles- han arribado a esta tierra, tal vez no en busca de la Fuente de la Vida en sí misma, pero sí de algo parecido. Y hoy, me sumo a ellos.
Según mi visado americano soy un "Legal Alien Physician" en este país, lo cual se puede interprear de muchas maneras (muchas de ellas no muy agradables). Pero en fin, así son las cosas. Lo que este Legal Alien Physician (o LAP, a secas) ha estado haciendo desde que llegó hace 5 días daría para llenar un par de blogs, o esa es la sensación que a mí me da, pero voy a intentar resumirlo aquí.
Tras abandonar con honda pena mi piso de Las Palmas y mi vida compartida con Ana, me embarqué hacia Tenerife donde apenas tuve tiempo de despedirme de mi gente. De ahí puse rumbo a Madrid donde pasé mi última noche española en casa de mi buen amigo Sergio, tras un homenaje de tapeo con calamares, bravas y cañita madrileña.
Al día siguiente volé hacia Cincinnati con escala en Filadelfia. Tras superar los doscientosmil controles estándar en las fronteras americanas me convertí en vuestro amigo LAP, que os quiere. Del aeropuerto salí conduciendo un estupendo todoterreno de alquiler que me cuesta un riñon al día y un metro de intestino cada vez que paso por la gasolinera, pero es lo que había. Me chequeé en el hotel esa noche y al día siguiente empecé a buscar casa. 24 horas más tarde ya había visitado 5 casas y había quedado para ver otras 5 al día siguiente. 48 horas más tarde había encontrado la casa que quería, al precio que quería y en el sitio que quería (cerca del hospital, en un barrio con caracter y al lado de un bosque). Y todavía era domingo.
El lunes me abrí una cuenta de banco, solicité mi numero de la Seguridad Social americano, firmé el contrato de mi nueva casa, estuve viendo algunos coches de segunda mano y por último fui a IKEA donde me compré una cama, un colchón, sábanas, una almohada, una mesa, una silla, un juego de cubiertos, un juego de platos y dos tazas. Lo básico, vamos.
Ayer me dediqué a montar mi nuevo (y escaso) mobiliario, a hacer la compra en el supermercado y a caminar de un lado al otro de la casa tratando de hacerme a la idea de que es aquí donde voy a vivir durante los próximos 3 años de mi vida. Ah! Y me compré una cafetera que se llama Mr. Coffee, como mi antiguo profesor del British Yeoward.
Y aquí me tienen hoy, con mi recién estrenada red inalámbrica, en mi nueva casa, actualizando (por fin) mi blog.